
Si el Congreso da vía libre a la propuesta hecha por el Gobierno de quitar tres ceros a la moneda, no sólo el Banco de la República tendría que meterse la mano al bolsillo para asumir el cambio de monedas y billetes, sino que los ciudadanos deberían acostumbrarse a simplificar sus cuentas tal como ha sucedido en países como Venezuela y México.
Por ejemplo, un vehículo de $30 millones pasaría a costar $30.000, pagar un pasaje de bus en Bogotá costaría $1,45 y el Presupuesto General de la Nación para 2013 no sería de $185,5 billones sino de $185.000 millones.
A pesar de que el senador Antonio Guerra —que ya había liderado en el Congreso la misma propuesta, aunque ésta se hundió— sostiene que cambiar los billetes y monedas costaría $220.000 millones en precios de hace un año, el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, asegura que no habrá mayor inconveniente al pasar a un nuevo peso.
A medida que los billetes se deterioren (duran poco más de un año en circulación), iría entrando progresivamente al mercado el dinero con nueva denominación, explicó Uribe. Entretanto, Guerra dijo que durante cinco años podrían convivir sin problema las dos monedas mientras los ciudadanos terminan de acostumbrarse al cambio y los billetes antiguos terminan su ciclo.
Guillermo Botero Nieto, presidente de Fenalco, considera que el proyecto debe ir acompañado de una disposición para acuñar moneda fraccionaria (de un centavo, por ejemplo) con el fin de evitar el redondeo: “Hay que dar las vueltas completas. Si no se acuñan monedas de un centavo, vamos a seguir con el problema de no darlas”.
Con un posible cambio en la denominación, Botero señaló que los empresarios dueños de máquinas dispensadoras de alimentos se verían afectados por las adecuaciones que tendrían que realizar.
En opinión de César Ferrari, exdirector del Banco Central del Perú, la propuesta no es costosa ya que los billetes en circulación tienen que cambiarse con regularidad. “Es una cosa sensata que se ha debido hacer hace mucho. Es complicado manejar tantos dígitos y este es uno de los pocos países donde se habla de millones”.
Ferrari contó que ha visto países que han emprendido cambios en su moneda, en los cuales los habitantes no han tenido mayor dificultad para acostumbrarse. “Las contabilidades de la gente y de las empresas serían sencillas. Habría facilidad para comparar precios”.
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